viernes, 18 de enero de 2013

Sencillez paranoide.

Un dia cualquiera, empieza y termina con ese asqueroso pijama de franela y dibujos ridículos que todo el mundo tiene. No hay camisones de seda ni lencería fina. Empieza con café y termina con un chocolate bien caliente, el tamaño de la taza depende del día. Empieza con música, con la canción que pensaste perfecta para despertarte porque era tu favorita y ahora es la que más acordes por minuto asesinarías. Termina con la misma canción, porque decides escucharla para ver si así te recuerda porqué te gustaba tanto, y tomando la decisión de que ya no hay vuelta atrás y quieres eliminarla de tu vida, el sueño se apodera de ti. Empieza con los tropezones básicos con esquinas, marcos de puerta y objetos diversos que el desorden se empeña en poner en mi camino, y termina con una especie de baile en perfecta armonía del sofá a la cama. Empieza en el más absoluto silencio propio, porque mitad del mundo vive convencido que a la otra mitad le importa su música, sus conversaciones y su limpieza con el aspirador super-3000. Empieza con ilusión por todo lo que vas a andar, mirar, bailar, besar y comer...y termina con la ilusión rota por todo lo que no has andado, mirado, bailado, besado y comido, aunque con ilusión por hacer todo eso al día siguiente. Y en medio de todo eso ando yo, o igual estoy en un extremo. Mientras vivo iré sobreviviendo.