Lucecitas parpadeantes (más bien epilépticas) aniquilan mi ciudad tranquila incitando (mas bien obligando) a la gente a ser compulsivamente imbécil tratando de encontrar regalos originales y divertidos (al final todos acabamos regalando calcetines). No, no odio la navidad, pero me gusta pasearme por las calles del centro sin tener que escuchar villancicos ni ver gente a la que solo ves los pies tras una capa muy gruesa de bolsas de El Corte Inglés. Y al final de todo, la verdad de la vida se puede esconder dentro de los paréntesis.
Madness and drugs.
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