miércoles, 11 de mayo de 2011

Tengo dieciocho años y creo que ya es hora de confesar que de pequeña me metía debajo de las sábanas para jugar con mi game boy. Solía pegarme horas escuchando los vinilos de grupos de la movida de mi padre y después le veía intentar tocar la guitarra. Hoy día, y subestimandome mucho, podría decirse que soy incoherente, torpe y tímida. Mi peor vicio creo que es que me encanta hablar siempre con ironías. No se me da bien casi nada, pongamos por ejemplo el cocinar, pero me encanta intentarlo manchando más allá de los límites de la cocina incluso, pero la verdad es que no me cansa equivocarme. No sé muy bien ordenar mi ropa, pero lo que sí que se me da perfectamente es esconder un número inhumano de objetos en mi armario cuando tengo 4 segundos para ser inspeccionada en concepto de orden de habitaciones. Sé que no tengo talento ni para cantar ni para bailar, aunque cante siempre en la ducha y baile en medio de los bares o incluso subida a las barras. A veces peco de borde, pero no me gusta escuchar a todo el mundo, se podría decir que ese privilegio se lo dejo a muy pocos. Hablo bastante poco, muchas veces nada. Me gusta reírme, me río cuando tengo miedo, cuando estoy nerviosa e incluso cuando estoy cabreada. Soy egoísta con los sentimientos y muy celosa. Podría matar a alguien si se interpone en alguna mirada que me interese más de 10 segundos. La cosa gratuita que más disfruto del mundo es exagerar las cosas, haciendo que al final parezcan hasta mentira. Replico demasiado, y tengo muchas conexiones pero pocas personas con las que conecte. A veces me agobio más de lo normal con cualquier tontería y me entra asma cerebral, se me nublan las ideas y ni fu ni fa ni re, en esos momentos me cagaría en Dios siendo atea. Discuto cada día más de tres o cuatro veces por cosas que no tengo razón y sonrío por dentro mientras argumento tonterías. A veces no aguanto más y ahí es cuando pago todo lo que llevo acumulado y saco todo mi mal genio con el primer ser vivo que se me pase por delante. Me gustan demasiados, quiero a los míos y amo a los menos. Siempre me ha gustado andar y andar sin rumbo y camino irregularmente para poder descubrir rincones ignorados en capítulos anteriores. Ahora mismo, a las 0:51, tengo hambre...algo muy común en mí. Y eso, que hoy para variar tengo ganas de ver sus ojos. En mi habitación hace mucho calor, fuera hace calor, las sábanas se me pegan, pero eso no me quita las ganas de salir, aunque la cama a veces me gana la partida. Junio está al llegar y eso me pone de los nervios, me metamorfoseo en un bicho cuando llegan los examenes. Nunca me entiendo, pero tengo claro siempre lo que pienso, y no muchas veces lo que digo. Digamos, que como todas las cosas, no soy perfecta


Madness and drugs.

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